Los coletazos del dragón chino

07 de setiembre de 2015 Los coletazos del dragón chino

En febrero de 1988, en Nueva York, la ciudad más cosmopolita de un país que era gobernado por un exactor de cine llamado Ronald Reagan, la República Oriental del Uruguay y la República Popular China firmaron un convenio comercial, fruto de que habían retomado sus relaciones diplomáticas después de años de distancia.

Mucha agua corrió bajo el puente desde ese momento. Tanta, que China tuvo una metamorfosis extrema que la convirtió en la segunda economía más grande del mundo detrás de Estados Unidos y en destino número uno de las exportaciones uruguayas; pasó de recibir el 5% de las colocaciones nacionales en 2001 a 16,7% el año pasado.

Pero desde hace un tiempo la historia es otra. El gigante asiático dejó atrás sus épocas de expansión de dos dígitos y cuatro años atrás entro en un proceso de desaceleración. En 2014 su Producto Interno Bruto (PIB) creció 7,4%, el menor nivel de suba en 25 años. La desaceleración de la economía china arrastró a la baja el precio de las materias primas y pegó en el comercio exterior uruguayo.

Entre enero y agosto de este año, las ventas nacionales con destino a esa economía cayeron 13,6% en el período interanual y en 2014 tuvieron la menor suba (6,6%) desde el año 2008, cuando se habían expandido 7,8%, según datos de Uruguay XXI. En 2013 y 2012 las colocaciones se habían incrementado a una tasa de 42,2% y 35,5%, respectivamente.Este menor dinamismo incide de manera significativa al país ya que en el acumulado del año el 19,1% de los productos que Uruguay exportó tuvieron como destino ese país.

Por otro lado, en los primeros siete meses del año los precios de las principales materias primas que Uruguay vende fuera de fronteras cayeron 9,9% respecto a igual periodo del año pasado, profundizándose tras la caída de 1,8% en el promedio de 2014 y de 7,4% en 2013.

Para el investigador sobre Política Comercial de la estadounidense Georgetown University, Nicolás Albertoni, Uruguay integra el grupo de países "vulnerables", dada su gran dependencia de economías en procesos "reflexivos", como la china.

Además de estar atado a China de manera directa e indirecta –a través de sus otros socios comerciales– Uruguay no tiene un tratado de libre comercio con el país asiático, lo que empeora la situación, sostuvo Albertoni. Para el experto, es momento de reflexionar para avanzar por dos caminos: diversificación de destinos y más acuerdos comerciales. "A Uruguay se le va la vida en negociar con cualquiera", graficó.

Cómo pega la devaluación

A este escenario se agregó otro elemento en las últimas semanas. En una jugada histórica, el 11 de agosto el Banco Popular Chino decidió cambiar el mecanismo de fijación diaria del tipo de cambio. Así, el valor del yuan pasó de ser definido por las autoridades a ser determinado según la tasa de cierre del mercado del día anterior. Esto debilitó la divisa china alrededor de 3% y prendió alarmas en los mercados globales.

Para Germán Deagosto, economista de CPA Ferrere, la devaluación del yuan (la cual, recordó, es sensiblemente menor a la que han experimentado otras divisas) tiene tres implicancias macroeconómicas claras. Por una parte, evidencia que las autoridades chinas "están preocupadas porque la desaceleración puede ser un poco más pronunciada que lo que tenían esperado".

En segundo lugar, podría ser el prólogo de una profundización de la guerra de divisas: que las monedas se deprecien para que ninguna pierda terreno frente a China. "Para Uruguay exacerba los desafíos en términos de competitividad", sostuvo Deagosto.

Una aceleración de la depreciación del peso generaría más presión en el sistema de precios y en la inflación. El jueves se conoció que en agosto el Índice de Precios del Consumo (IPC) se aceleró por sexto mes consecutivo y trepó a 9,5% en los últimos 12 meses.

Finalmente, de agudizarse la devaluación del yuan, dijo Deagosto, se erosionaría el ingreso en dólares de China, lo que presionaría aún más el precio de las materias primas a la baja.

Nuevos productos y servicios

Carne, soja y lana son los principales rubros de exportación que envía Uruguay a China. Entre enero y agosto de este año –si bien la soja se mantuvo en el primer lugar del podio– las colocaciones uruguayas de este producto medidas en dólares cayeron 34,14%respecto a igual periodo de 2014. Las ventas de carne, en tanto, descendieron 6,23%. El último informe de la Unión de Exportadores del Uruguay (UEU) señala que la desaceleración de China explica en parte este bajón.

La asesora económica de la UEU, María Laura Rodríguez, dijo que con la nueva relación cambiaria para los chinos "resultará más caro realizar sus compras en el exterior".

Desde Pekín, el director de CASTI Trading Limited (firma especializada en el comercio internacional de alimentos), Daniel Castiglioni, sostuvo que la devaluación ha hecho caer 10% los valores ofrecidos por los compradores chinos en relación a los precios de referencia de un mes atrás.

"La devaluación del yuan y la caída de la bolsa de Shanghái de manera estrepitosa en tan solo dos semanas –cosa poco común en China– ha creado un sensación de temor e incertidumbre en los grandes importadores e inversores", señaló el uruguayo. Pese a esto, para Castiglioni, China seguirá importando alimentos porque no tiene los recursos suficientes para su población. "La demanda seguirá sostenida pero con valores por debajo a los que veníamos acostumbrados, por lo menos hasta que la economía china se adapte a la nueva realidad", dijo.

Otro uruguayo que conoce de cerca al gigante asiático, el especialista en negocios con China, Nicolás Santo, indicó que cualquier movimiento a la baja es preocupante cuando "los costos de producir en Uruguay son altos".

En relación a la carne, dijo que hay que esperar a la reacción de los consumidores chinos, pero alertó sobre el hecho de que cada vez más países logren la habilitación para ingresar con este producto. "Más allá de las incertidumbres actuales, juega a favor el hecho que, de momento, hay una fiebre por comprar productos importados, especialmente del rubro alimenticio", dijo.

Santo sostuvo que dada la importancia relativa que tiene China para la economía de Uruguay, "es muy poco lo que se hace para construir capacidades" que permitan venderle "más y mejor".

"Nos preocupamos mucho sobre cómo nos pueden afectar sus sacudidas y poco por ver qué podemos hacer nosotros para atraer más inversiones y abrir mercados para nuevos productos y servicios, especialmente los no tradicionales", expresó.

Fuente: http://www.elobservador.com.uy/los-coletazos-del-dragon-chino-n675148

La lección del frenazo de China

Diversificar geográficamente los mercados de exportación parece ser la clave para evitar contagios de crisis ajenas.

El desplome de los mercados chinos y, más aun, la desaceleración económica del gigante asiático producen una suerte de contagio internacional que se acentúa en las economías emergentes; sobre todo en las de América Latina.

Cabe destacar que China no está en crisis, ni siquiera ha entrado en recesión; pero el solo hecho de que esa locomotora de la economía mundial haya retirado el pie del acelerador impacta con fuerza sísmica en las economías de la región, que han basado su crecimiento en venderle al principal consumidor del mundo.

Es así que en los últimos meses hemos visto la profunda depreciación de las monedas en todo el subcontinente. El real brasileño se ha desplomado un 30% en lo que va del año; y lo han seguido en cascada el peso colombiano, el mexicano, el uruguayo y, en menor medida, el argentino. Para no hablar del bolívar venezolano, que si ya estaba por el piso, ahora anda por el tercer subsuelo.

Y es que a la región la desaceleración china la golpea de dos modos al mismo tiempo.

Por un lado, la caída en los precios de las materias primas representa una pesada ancla en las exportaciones de los países latinoamericanos. El caso de Uruguay es paradigmático de ello, pero también, y más aun, Brasil, Argentina, Colombia, Perú... todos han visto caer sus exportaciones en los últimos meses.

Y por otro lado, la seguidilla de descalabros financieros en China hace que los capitales de inversión que en los últimos siete años (desde la crisis de 2008 en los países centrales y cuando el dólar estaba muy bajo) se habían refugiado en los mercados emergentes, ahora emprendan su vuelo de regreso a Estados Unidos y Europa.

"No hay nada más miedoso que los mercados", decía un viejo profesor mío de economía política. Cuando detectan turbulencias financieras en países cuyas economías no les despiertan todas las certezas, se vuelven a puertos más seguros.

Así, el dólar se ha fortalecido en gran forma durante los últimos meses y continúa al alza. Y eso, aunado a la casi segura suba de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal —prevista para setiembre—, hace que los inversores se lleven su capital de la región (en particular, de Brasil) otra vez a la primera potencia. Lo que ejerce una fortísima presión sobre el real y las demás monedas latinoamericanas. He ahí la principal causa de la depreciación.

Todo esto, desde luego, agrava las tormentas políticas por las que atraviesan varios países de la región. En Brasil ha acentuado peligrosamente la inestabilidad política y la crisis de desconfianza que mantiene en jaque perpetuo al gobierno de Dilma Rousseff. Y en Venezuela ha recrudecido una situación económica que ya, de por sí, era paupérrima para los venezolanos. Incluso el diferendo fronterizo que en los últimos días se ha suscitado con Colombia, y la crisis humanitaria que este ha provocado (que, a primera vista, parecería no tener nada que ver), encuentra buena parte de sus causas en la abismal diferencia cambiaria entre ambos países.

Como sea, todo parece indicar que la bonanza ha tocado definitivamente su fin. Y el fantasma del ajuste hace su aparición otra vez en la región.Las posibles salidas para los países latinoamericanos no son muchas en el corto plazo. Pero al menos a fin de mitigar el impacto del frenazo chino, convendría pegarse lo más posible y seguir abriendo mercados en Estados Unidos y Europa. La economía es cíclica, y la alegría va por barrio. Y ahora parece que la bonanza va otra vez para el lado de la primera potencia y los países centrales.

Algo que puede dar una somera idea de ello son los números de las exportaciones uruguayas. Según cifras del INE, las exportaciones a los países del Mercosur han caído 28% este año; a los países asiáticos (léase, China), otro 18%. Y todo parte de lo mismo, de la ralentización del gigante asiático y sus efectos en la región. Sin embargo, las exportaciones a los países del Nafta crecieron 22%. Un aumento que se debió casi exclusivamente al crecimiento en las ventas de carnes y cítricos a Estados Unidos.

Parece bastante claro, entonces, que ese sería el camino a transitar. En este momento, tener un TLC con Estados Unidos hubiera sido una herramienta muy oportuna. No está y por tanto hay que abrirse paso con las restricciones comerciales presentes.

Pero abrir geográficamente la cartera de exportaciones (no solo a Estados Unidos), explorar nuevos mercados y no dejar todos los huevos en una sola canasta parece ser la principal lección de esta desaceleración china y sus consecuencias.

Fuente:http://www.elobservador.com.uy/la-leccion-del-frenazo-china-n675150